Uno puede fingir muchas cosas, incluso la inteligencia, lo que no se puede fingir es la felicidad.
Es de ese tipo de circunstancias en las que todos nuestros músculos son un mal jugador que no sabe marcarse un farol.
Un niño, o no tan niño, que no resiste la tentación de abrir todos lo cajones preguntándose qué habrá...
Porque cada poro de nuestra piel conspira para transmitir el impulso que le da sentido, que le da vida..
Porquesinesoyanoquedanada.
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